MUJER SOBERANA
Voy hacia el sol, reconozco mi rico universo. Soy soberana de mí.
Como un caracol me arrastro por debajo, a ras de tierra.
Fuerte y frágil, me escondo dentro de mí. No puedo ser vista, no quiero ser vista, así me protejo, creando mi propio mundo que no puedo mostrar a nadie. Un vasto universo oculto en mi caparazón. Mi mundo es rico y complejo.
Ha llegado el momento de mostrarme, de reconocerme y brillar como las gotas de rocío en la mañana. Transformo mi caparazón en un símbolo de mi fuerza interior, baluarte de mi mérito. Observo a los caracoles, lo tienen todo en sí mismos, lo son todo.
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Imagen y texto resultado de la meditación canalizada a partir de la historia personal de cada mujer.
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La Veu de les Flors | Experiencias de vida de mujeres reales
Siempre me he sentido menos que mi hermano menor, simplemente por el hecho de que él es varón.
De pequeña solíamos jugar bastante juntos (nos llevamos tres años), pero cuando yo quería ponerle límites en el juego, mis padres me decían que 'tenía que usar la diplomacia'.
En la escuela él y sus amigos me molestaban en el recreo, y yo me sentía impotente ante ellos. Así, aprendí a ser delicada y considerada al poner el límite, llegando a dudar de ello, y teniendo que 'repensar' mi necesidad de acción y darle la vuelta, mitigar el límite para ser suave.
Eso me ha afectado en todos los niveles de mi vida: Me cuesta pedir lo que necesito, me amoldo al otro/a. Me cuesta decir que no. Sufro por el efecto que tienen mis acciones en los otros, hasta el punto de sentir culpabilidad después de mis acciones deseadas. Tengo dificultad en ir tras mis sueños y proyectos, y mucho más...
Incluso hoy en día, más de 30 años después, mi padre sigue otorgando a mi hermano méritos también realizados por mi, y que en ningún caso me son alavados.
Laura T. 41 años. Profesora de secundaria, terapeuta y cantante