TRES MUJERES EN MÍ
Vuelvo a la pureza de la niña, vuelvo al origen. Me perdono y perdono a mis ancestras. Limpio todo el linaje. Pureza. Paz. Perdón. Reconocimiento. Amor.
Ve, acepta, ama. Limpia, fácil, deja que suceda. Limpia las memorias. Integra. Limpia el canal, que fluya la energía arriba y abajo. Necesidad de limpiar y poner orden, de volver a la pureza. Sentimiento de algo sucio, de no merecimiento. Vuelve a la pureza de la niña, ella permanece pura e inocente. Recupera esa pureza, esa inocencia. Vuelve al origen. Ahora es el momento. Escúchala, dale voz, deja de callarla.
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Imagen y texto resultado de la meditación canalizada a partir de la historia personal de cada mujer.
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La Veu de les Flors | Experiencias de vida de mujeres reales
Quiero dar voz a mi historia. Una historia que lleva la herida del abuso y del maltrato por hechos ocurridos en la infancia, y de cómo estos me han afectado el resto de mi vida; en mi forma de relacionarme, de mostrarme al mundo; de cómo se mermó mi integridad, mi autoconfianza, mi autoafirmación; y de cómo dejó un sentimiento continuo de inseguridad y desconfianza hacia las personas y el mundo.
Recibí abusos tanto de desconocidos como de conocidos, de hombres, y también de mujeres. Hechos impactantes para una niña que no entiende qué ocurre y que truncan el instinto más primitivo, de huida y de defensa, y en contraposición, le hace entrar en parálisis, ya sea por no recibir ayuda, por la creencia de la culpa de estar haciendo algo mal, por no saber cómo salir, o no tener herramientas para ello.
Algunos hechos no los recuerdo, pero sí tengo una sensación física de haberme sentido despavorida y desprotegida. Quizás el olvido sea un mecanismo de defensa y haga que en la mentalidad de una niña se perpetúe el silencio, ya que: “Lo que no se cuenta es como si no hubiese pasado”.
Tras largos procesos de terapias y búsqueda personal, fui consciente no sólo de cómo afecta a mi vida sino también de porqué en mi juventud permití y recibí más abusos y maltratos que quedaron tapados como “sucesos consentidos”, ya sea por inconsciencia, por miedo a que no me creyeran o me culparan de ello, miedo a represalias, miedo a que no me quisieran, o bien por complacer al otro… ya que el sentimiento de culpabilidad siempre estuvo presente.
Decido darle voz ahora, primero por la consciencia que he tomado del peso que tiene, y no por buscar culpables o venganza, sino más bien porque me doy cuenta que el silencio sólo lleva a perpetuar el maltrato y el abuso, y que, de alguna manera, se protege al abusador. Pero sobre todo porque quisiera acabar con ese miedo o esa auto-culpabilidad, al callar y dejar en el olvido algo que afecta para toda la vida, ese algo que sufren, sobre todo, muchas mujeres en silencio, porque ni siquiera saben cómo pueden ponerle voz y que sea acogido.
Intento con esto poder darle la vuelta, buscarle la parte transformadora de la experiencia y, por supuesto, también que pueda servir a otrxs para tener el valor de dar voz a su verdad.
P. 54 años. Artista Plástica y Arteterapeuta